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Así un día nació Yoltic (el que sobrevivió) era un niño muy hermoso y bueno. Sus padres eran empleados del emperador Moctezuma.
Desde pequeño Yoltic mostró su gran inteligencia y destreza, pero sobre todo su amor por su pueblo. Lo que el emperador agradeció. Por eso lo nombró su asistente y en él siempre confió.
Pasaron los años y Yoltic se convirtió en un gran joven. Acudió a la escuela y lo prepararon como un gran guerrero.
El Xoloiztcuintle
Un día, el joven guerrero paseaba por los alrededores de la gran Tenochtitlán se encontró un perro cuyas patas estaban lastimadas, los huesos estaban rotos. El perro miró a Yoltic con compasión y el joven lo abrazó y se lo llevó a casa. Allí lo cuidó, lo curó y lo hizo su amigo.
El xoloizcuintle, al que llamó Jade, se recuperó y siempre acompañaba a Yoltic a todas partes.
Entonces los tiempos fueron malos para el pueblo mexica ya que hubo una gran sequía. Yoltic habló con su perro y este le dijo que lo sacrificara en el templo de Xoloteupan o templo de Xolotl para pedir la lluvia a los dioses, pero Yoltic no quiso.
El Sacrificio
Entonces Jade fue solo al templo y ofreció su corazón. Pronto comenzó una gran lluvia. Llovía y relampagueaba de tal forma que no podían llegar a sus casas con la gran cantidad de agua que llovió… Chac los había escuchado.
Yoltic, lloró por su perro y del cielo descendió con antorchas en la mano, las cuales significaban el rayo, y el fuego. Nuevamente los amigos se habían juntado.
Regresaron tiempos difíciles para el pueblo de Yoltic, y esta vez, al joven guerrero lo mandaron a hablar con Mictlantecutu (dios del mundo de los muertos), para que no arrancara la vida de los guerreros que se enfrentaban en la lucha contra los extraños que habían llegado.
Entonces Jade, el Xoloizcuintle se unió al cuerpo de Yoltic para ayudarle a cumplir su misión.
Así los dos amigos regresaron con buenas nuevas. Pero a cambio de las vidas de los humanos, desde ese momento los perros acompañarían a sus dueños a cruzar el Mictlan.
Pero no todos los perros querían ser sacrificados, así que los de color negro dijeron que si ellos cruzaban el río Chignahuapan (nueve ríos) ensuciarían el agua purificadora. Mientras los de color blanco dijeron que ellos no lo harían porque acababan de bañarse y al cruzar el río se ensuciarían con el agua de las almas y sus maldades.
Entonces los perros de color bermejo dijeron que ellos harían la tarea encomendada.
Cuenta la leyenda que cuando los invasores atacaron la gran ciudad, fueron Yoltic y jade los primeros en defenderla. La lucha fue cruel, porque los mexicas no contaban con armas poderosas como las que tenían los españoles.
El joven guerrero se vió amenazado por un guerrero enemigo y Jade le mordió el brazo al invasor dejándole un dolor y ardor como de fuego.
Partieron al Mictlan
Finalmente Yoltic murió y junto con Jade su xoloitzcuintle iniciaron el largo viaje por el Mictlan en el cual tendría que atravesar diferentes parajes, nueve para ser exactos, uno tenía rocas incandescentes. Había que atravesar el río Chignahuapan (nueve ríos), donde el alma de Yoltic sería auxiliada por Jade para ayudarle a cruzar al otro lado del río sin dificultades... Jade era de color bermejo, no era un perro cualquiera. Al final de este viaje ya podría el difunto descansar ante Mictlantecutu (señor de los muertos).
También los Xoloitzcuiltles están en peligro de extinción. Y aunque son los perros nativos de México, los hombres han preferidos otras razas para ser sus compañeros. Ojalá que este símbolo nacional no se pierda por completo.
(Xoloitzcuiltle)